Desde el punto de vista tipologico Forja representa el prototipo de la Arquitectura Industrial de las décadas del 40y 50.
Su techo dentado fue emblema y símbolo de la actividad industrial en su máximo apogeo; pero quizás lo más importante de la reapertura del complejo Forja sea el rescate de su valor HISTORICO Y PATRIMONIAL como testimonio de permanencia y temporalidad.
En este marco conceptual el proyecto de Restauración respeta íntegramente la tipología existente. En su larga existencia se habían realizado una serie de “construcciones precarias” menores, adosadas sin ningún criterio arquitectónico a la nave principal por lo que se hizo necesario “liberar” el edificio para recuperar la tipología original.
Forja como toda tipología industrial de la época, es un gran contenedor de planta libre solo interrumpido por el ritmo de los pórticos de su estructura de H°A° que terminan generando una lectura interior de tres naves continuas en un único espacio total.
La escala del espacio interior, su altura y la luminosidad generada por el aberturas laterales y cenitales del dentado, dotan a este lugar una espacialidad única y con excelentes condiciones de habitabilidad.
En el interior de este gran espacio existían una serie de construcciones complementarias con dos entrepisos, destinados a actividades administrativas y de servicio, localizadas como un conjunto en la parte anterior de la nave, una suerte de edificio dentro de la nave principal; arquitectura inclusivista en términos académicos. Esta construcción interior debió ser ejecutada y reformada en distintas oportunidades y conforme a las necesidades del momento, no tenia una imagen unitaria de conjunto, eran fragmentos, cuya mayor virtud era que se encontraban juntos y en un lugar especifico del edificio. Esta área fue restaurada con similares actividades, haciendo “cirugía arquitectónica”, rescatando lo que se podía y reponiendo lo faltante; se construyeron dos puentes para terminar de unir el conjunto y el resultado fue un nuevo edificio interior de imagen contemporánea pero en perfecta convivencia con la nave existente. En este sentido vale rescatar un concepto del arquitecto español Solá Morales: “La propuesta de intervención como operación estética en un edificio histórico debe resolverse en un compromiso de conciliación entre las maneras propias de la tradición moderna, basadas en la independencia entre nueva y vieja construcción, y la correspondencia dimensional, tipológica y figurativa entre las mismas viejas y nuevas partes, en busca de una recíproca correlación que unifique la entidad del conjunto. Esta es una manera de expresar la simultaneidad entre “semejanza” y “diferencia”.